Bachata Dominicana
Un ritmo que evoca el amor, pero que al mismo tiempo despierta la pasión. Un sonido que trae recuerdos de tristeza y nostalgia, pero que también brinda momentos de gozo y alegría. La bachata es todo eso y más. Forma parte del diario vivir de un país donde la música es parte de la banda sonora de sus habitantes.
Y es que precisamente República Dominicana ha sido bendecida con ser junto a Brasil uno de los pocos países del mundo que gozan de dos ritmos autóctonos: el merengue y la bachata. Siendo ambos muy apreciados, escuchados y bailados por todos los dominicanos, que al mismo tiempo lo exportan como cualquier otro producto de fabricación local.
Los orígenes de este popular ritmo se dice están en la fusión de elementos de otras corrientes musicales como el bolero rítmico, el son cubano, el bolero son y el merengue. En República Dominicana la bachata surgió del pueblo, en sus inicios era conocida como el ritmo del barrio o música de guardia, pues eran estas personas las que la escuchaban.
Sus composiciones se basaban principalmente en el bolero, sustituyendo instrumentos como las maracas por la güira y utilizando las guitarras de los famosos tríos de la década del 60. Y sus letras eran mensajes de desamor, despecho y melancolía. Es por esto que en un momento se le conoció como música de amargue, y escucharla era sinónimo de tomarse un trago para ahogar las penas.
La primera bachata surge oficialmente el 30 de mayo de 1962 con el cantante José Manuel Calderón con las canciones “Borracho de Amor” y “Que será de mí” interpretada por Bienvenido Fabián. Ambos acompañados por el trío Los Juveniles en los estudios de Radio Televisión Dominicana. Rafael Encarnación fue también de los primeros en enamorar al pueblo a través de este ritmo. Lamentablemente falleció rápidamente y su fama apenas duró un año.
La bachata “Cariñito de mi vida” del bachatero Luis Segura sale en el año 1964 junto con el lanzamiento de Radio Guarachita, una emisora de música popular dirigida al público de una clase económica baja que se encargó de popularizar el ritmo. El empresario Radhamés Aracena, propietario de la emisora se declaró amante de este tipo música y por décadas fue uno de sus principales defensores.
En los años 80’s, Luis Segura, conocido para esta época como “el añoñaito de la bachata” graba el tema “Pena” una bachata tradicional, con letras de amargue y ritmos melancólicos que impulsa el género más allá de la clase popular que normalmente lo escuchaba.
Abriendo así las puertas para que el ritmo siguiera creciendo en manos de exponentes como Leonardo Paniagua y Mélida Rodríguez. En este período se empiezan a realizar versiones de famosas canciones como “Chiquitita” del Grupo Abba y “Amada Amante” de Roberto Carlos a ritmo de bachata, lo que le permitió llegar a más personas y popularizarse aún más.
A finales de la década ochentera y principios de los noventa la bachata encuentra jóvenes inquietos, deseosos de explorarla y así nace la bachata rosa. Juan Luis Guerra y Víctor Víctor realizan composiciones sublimes en música y letra que dan el paso certero y preciso para que la bachata finalmente llegue a la clase media y alta.
De esta manera ya esta no era de “barrio” o música de “guardias”. La bachata se gana un sitial en el gusto popular y se convierte oficialmente en el segundo ritmo autóctono de República Dominicana. Además, de que con su álbum “Bachata Rosa” Juan Luis Guerra logra que la bachata traspase las fronteras y se conozca mundialmente.
Desde mediados de los 90’s la historia fue diferente para la bachata. El ritmo fue ganando terreno y exponentes. Hoy en día cuenta con varios artistas que encuentran en ella una forma de expresión y se conoce cada vez más en el mundo.
Intérpretes como Romeo Santos, Prince Royce y el propio Juan Luis Guerra alimentan el ritmo y lo llevan por los grandes escenarios mundiales. Ya sea para bailarla bien pegadito a la pareja, o para escucharla con vino o ron, la bachata es un género con mucha personalidad.
Letras contundentes, pero sobre todo con un ritmo pegajoso que envuelve la psique humana en un manto de dolor, llanto y desamor. En fin, ¡puro sentimiento!